Sep 17, 2006

Hoy es domingo, de eso no hay duda.

Si la gente con un determinado nivel cultural no es capaz de tener a lo largo del día ni un atisbo de pensamiento profundo. Si reducen sus mentes a la cotidianeidad y a lo futil que rodea sus vidas diarias. ¿Por qué no pensar que lo contrario sucede? Personas que no han sido capaces de recibir una formación en la que se les explique como años y años en el devenir de la historia nos han llevado a esta posición exacta en la que ahora nos encontramos, serán capaces de reflexionar sobre como los surcos que llenan las planicies desérticas mostrando el camino recorrido un día lejano por el agua, nos indican indefectiblemente el lugar donde acudían a abrevar los animales que hace miles de años poblaron el lugar.
Las reflexiones profundas no son coto privado de las mentes cultivadas. El ser humano por el hecho mismo de serlo, tiene la posibilidad y la inclinación a autocuestionarse sobre lo que le rodea y a buscar respuestas más allá de aquello que los ojos le muestran.
Es mi sensación, sin embargo, que el hombre moderno de las sociedades avanzadas, ha abandonado esa prerrogativa, justo lo contrario de lo que cabía esperar. O no tanto, porque la historia nos enseña que ella misma tiende a repetirse. Me viene a la memoria la imagen de la gran Roma, con sus Patricios, cúspide de la sociedad, no solo romana, sino a todos los efectos mundial (con permiso de nuestros desconocidos de China). Sin duda en sus dos vertientes, la de aquellos interesados en el avance de la cultura, las leyes o la ciencia y aquellos otros sumidos en las autodestructivas orgías con vomitorums incluidos para que el cuerpo nunca fuera límite al infinito deseo del alma de perseguir el placer interminable.
La población de patricios es mayor en nuestros días y por lo tanto con menos glamour si se me permite la expresión, pero parece que la comparación bien pudiera tener muchos puntos en común, incluyendo aquellos referentes a las orgías (en nuevos términos y condiciones) y sus consabidos vomitorums de todo tipo.
Lo peor de todo es la tendencia tan extendida de olvidar a los no patricios, de negarles el derecho a pensar mas allá de lo físico. Pretender su imposibilidad de trascender sus miserias para ocupar su mente en la metafísica de la existencia humana. En definitiva considerarlos solo un poquito por encima que las bestias domésticas, para así calmar nuestra conciencia mientras les negamos su humanidad.
No son inmigrantes en barcos invadiendo nuestro jardín, son padres, madres, hermanos e hijas buscando aquello que ya no buscamos porque no valoramos.

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