Sep 19, 2006

hoy es 19 de septiembre del año 2006

Solo el paso de las horas nos dirá si es una fecha más o un día que permanecerá en nuestra memoria por los siglos de los siglos, ya sea en la memoria individual o colectiva.
Lo que esta claro es que una fina linea separa los buenos días de los malos. Si la tragedia no se ceba en uno, en cuyo caso todos los días van a ser malos o peores, los pequeños detalles dominan nuestra existencia de forma dramática. Una mirada mal interpretada, la lluvia por la mañana, una mancha de café son suficientes para cambiar la forma en la que vemos la vida hoy.
Somos marionetas cuyos hilos estan sujetos por la cotidianeidad, casi peor que la perspectiva de un Master of puppets ahí arriba, porque nada más aleatorio y futil que el devenir de cada día.
Acaso el mundo sería distinto si aprendieramos a sobreponernos a ese tipo de esclavitud, adueñarnos un poco más de las riendas del día a día, es dirigir nuestro destino algo más, lo cual no es poco, porque el destino es un maldito caballo desbocado, imposible de domar del que solo debemos esperar que no nos machaque con sus siempre erguidas patas delanteras.
Y el caso es que siento que yo domino mi futuro, no al revés. Como supongo que intimamente todo aquel que para a reflexionar sobre el tema, cree.
Quizás dentro de unas horas vuelva a escribir unas lineas que en unos años me saquen de la duda sobre el 19 de septiembre del año 2006, quizás no haga falta y sea ese intrascendente día que sospecho. Puede que unas horas me separen de lo que los matemáticos llaman un punto de inflexión, al que añado el epíteto vital, y las cosas nunca vuelvan a ser igual.
Porque tarde o temprano nos cruzamos en el camino con esos momentos críticos que llevan nuestra vida por un derrotero u otro. Lo divertido, emocionante y finalmente trágico es que no suelen darnos tiempo a prepararnos apropiadamente porque son eso, impredecibles instantes que nos acechan a la vuelta de la esquina.
Honestamente creo que el punto más crucial de mi vida ya pasó y solo la suerte me ha hecho finalmente darme cuenta de ello. Conocí a Hsiao Ping un buen día frío de diciembre, hace casi 8 años. Fue tan simple como sonreir en el momento en que su mirada cruzó con la mía. Solo eso, marcará los años que resten de mi vida.
Que injusta y aterradora suena en mi cabeza la posibilidad de haber estado 5 minutos antes o 5 minutos después en el exacto camino que la vida había marcado para Hsiao Ping aquella noche fría de invierno.

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