La siguiente entrada de mi blog viene motivada desde la preocupación y la responsabilidad. Como fiel usuario de internet desde hace muchos años, soy firme defensor de todo movimiento que sirva para facilitar el acceso a la información al mayor número de personas posibles. Veo internet como la gran posibilidad de cerrar la brecha entre los afortunados del primer mundo y los que no las tienen todas consigo. Si bien parece que como siempre, una mayor formación garantiza estar en la vanguardia de las nuevas tecnologías y por tanto sacar el mayor provecho de las mismas, como buen romántico me gusta pensar que internet puede ser una suerte de "Nuevo Sueño Americano". Eso que tanto gusta en las películas de Hollywood. Un desheredado y sin posibilidades triunfa por su tesón y sus capacidades, contra los goliats de padres ricos y universidades de postín.
Hoy en día hay un gran movimiento por el software libre y los recursos accesibles sin necesidad de pagar por ello. La licencia GPL o la Wikipedia, sin olvidar a la comunidad Linux o Sourceforge son el mejor ejemplo de ello. Pero la gran herramienta de acceso a medios y conocimientos es sin duda el P2P. Redes donde se comparte todo y a donde recurrir en última instancia para obtener ese libro que ya no se encuentra o incluso la última distribución de Linux...y más cosas.
Aquí empieza la tragedia. El gran problema de la mayoría del software P2P es que comparte aquello que deseamos pero también aquello que estamos descargando. Sin saber si el contenido es bueno o malo, servimos de puente para extender los denominados archivos "fakes" en su acepción inglesa. Aquellos con un nombre que no coincide en absoluto con su contenido. En la mayoría de los casos esto solo supone un engorro hasta encontrar el verdadero contenido deseado y no las poesías de Jorge Manrique penósamente fotocopiadas de un libro de texto vetusto como el propio autor. Pero, y esto es lo que me ha sucedido a mí, a veces ese contenido falso puede ser algo mucho más devastador. Archivos con contenidos pedófilos circulan por las redes P2P y queramos o no, podemos estar contribuyendo a su difusión con el simple hecho de estar descargándo un archivo "fake". El problema es que solo cuando tenemos el archivo descargado podemos comprobar su contenido. En algunos casos se puede ver parte del mismo antes de finalizar el proceso, pero aun así hemos contribuído a la propagación del mismo, sea en sus 10 primeros megabytes, sea en sus 300 primeros kilobytes.
Por mi parte, dos hechos se deducen de mi traumática experiencia:
Primero: No basta con borrar el archivo y maldecir a los muertos de alguien. Como sucede a veces en los accidentes de tráfico, muchas veces nadie llama a la policía pensando que ya lo hizo otro. Por mi parte recopilé cuantos datos pude sobre el archivo (el título no es suficiente, mejor recabar servidor al que estábamos conectados al recibir el archivo, filehash o enlace eD2K, IP propia para localizar a nuestro proveedor y que la policía tenga más datos con los que seguir la pista...). Aunque no vivo en España, mandé todo ello al correo que la guardia civil tiene habilitado para ello delitostelematicos@guardiacivil.org (también se puede visitar su página https://www.gdt.guardiacivil.es/colabora.php ).
Segundo: Me abstengo de usar el software Emule o eDonkey. Me propongo buscar otra opción en la que se pueda separar lo que se decide compartir de aquello que se está descargando para evitar volver a ser partícipe de algo así. Debemos recordar todos que una vez sabido que esto puede suceder no se nos puede llamar involuntarios copartícipes. Compartir una película o canción puede ser reprobable (bueno, en España el debate está abierto, pero por ahora parece que la balanza se inclina hacia los internautas usuarios del P2P), pero ahora estamos hablando de cosas más seria que la SGAE.
Me despido por hoy deseando al menos que por una vez mi entrada sirva para algo más que dormir al osado lector y esperando que por lo menos hableis del tema con otros para que cada vez más gente sea consciente de esta lacra.
Hoy en día hay un gran movimiento por el software libre y los recursos accesibles sin necesidad de pagar por ello. La licencia GPL o la Wikipedia, sin olvidar a la comunidad Linux o Sourceforge son el mejor ejemplo de ello. Pero la gran herramienta de acceso a medios y conocimientos es sin duda el P2P. Redes donde se comparte todo y a donde recurrir en última instancia para obtener ese libro que ya no se encuentra o incluso la última distribución de Linux...y más cosas.
Aquí empieza la tragedia. El gran problema de la mayoría del software P2P es que comparte aquello que deseamos pero también aquello que estamos descargando. Sin saber si el contenido es bueno o malo, servimos de puente para extender los denominados archivos "fakes" en su acepción inglesa. Aquellos con un nombre que no coincide en absoluto con su contenido. En la mayoría de los casos esto solo supone un engorro hasta encontrar el verdadero contenido deseado y no las poesías de Jorge Manrique penósamente fotocopiadas de un libro de texto vetusto como el propio autor. Pero, y esto es lo que me ha sucedido a mí, a veces ese contenido falso puede ser algo mucho más devastador. Archivos con contenidos pedófilos circulan por las redes P2P y queramos o no, podemos estar contribuyendo a su difusión con el simple hecho de estar descargándo un archivo "fake". El problema es que solo cuando tenemos el archivo descargado podemos comprobar su contenido. En algunos casos se puede ver parte del mismo antes de finalizar el proceso, pero aun así hemos contribuído a la propagación del mismo, sea en sus 10 primeros megabytes, sea en sus 300 primeros kilobytes.
Por mi parte, dos hechos se deducen de mi traumática experiencia:
Primero: No basta con borrar el archivo y maldecir a los muertos de alguien. Como sucede a veces en los accidentes de tráfico, muchas veces nadie llama a la policía pensando que ya lo hizo otro. Por mi parte recopilé cuantos datos pude sobre el archivo (el título no es suficiente, mejor recabar servidor al que estábamos conectados al recibir el archivo, filehash o enlace eD2K, IP propia para localizar a nuestro proveedor y que la policía tenga más datos con los que seguir la pista...). Aunque no vivo en España, mandé todo ello al correo que la guardia civil tiene habilitado para ello delitostelematicos@guardiacivil.org (también se puede visitar su página https://www.gdt.guardiacivil.es/colabora.php ).
Segundo: Me abstengo de usar el software Emule o eDonkey. Me propongo buscar otra opción en la que se pueda separar lo que se decide compartir de aquello que se está descargando para evitar volver a ser partícipe de algo así. Debemos recordar todos que una vez sabido que esto puede suceder no se nos puede llamar involuntarios copartícipes. Compartir una película o canción puede ser reprobable (bueno, en España el debate está abierto, pero por ahora parece que la balanza se inclina hacia los internautas usuarios del P2P), pero ahora estamos hablando de cosas más seria que la SGAE.
Me despido por hoy deseando al menos que por una vez mi entrada sirva para algo más que dormir al osado lector y esperando que por lo menos hableis del tema con otros para que cada vez más gente sea consciente de esta lacra.