He leido en la edición digital de ElPaís un artículo en el que se habla sobre los orígenes de las famosas hipotecas subprime y los subsecuentes bonos hipotecarios, lo que ha terminado por convertirse en una grave crisis financiera con efectos globales (¿Cúando no lo son si el origen es Estados Unidos?).
Adelanto al personal que mi objetivo es un ataque a las bondades del mercado, a la economía basada en el mismo y al sentido común presumible en aquellos que gozan de la responsabilidad y el poder.
Describamos brevemente el entuerto:
En un ejercicio de mala praxis que clama al cielo, las entidades bancarias deciden otorgar hipotecas a clientes para los que sus propios números, cálculos y cábalas desaconsejan tener dicha relación financiera. Son las denominadas hipotécas subprime donde el índice de morosidad se antoja elevado por el propio origen de las mismas.Adelanto al personal que mi objetivo es un ataque a las bondades del mercado, a la economía basada en el mismo y al sentido común presumible en aquellos que gozan de la responsabilidad y el poder.
Describamos brevemente el entuerto:
Nadie regula, nadie dice nada, el mercado con su infinita sabiduría se autoregulará. Mi madre me decía que si ayer no estudié, si hoy no estudio y mañana no voy a estudiar, el resultado ineludible es que tarde o temprano suspenderé el examen, no importa cual sea la fecha del mismo, el resultado será siempre el mismo. De un hecho se derivan unas consecuencias. Por otro lado previsibles en este caso.
Darse cuenta del potencial polvorín entre manos y desear darle salida es todo uno. Surgen los bonos hipotecarios que básicamente agrupan dichas hipotecas (los habrá que agrupen hipotecas adjudicadas con criterio de solvencia pero esas ahora no nos interesan). A alguien se le ocurre la brillante idea de crear un producto que abarque no una, sino decenas o cientos de concesiones hipotecarias dudosas y trata de verderlo en el mercado.
El regulador sigue sin mosquearse, más empeñado en proteger a la empresa emisora pese a su manifiesta mala gestión, que al iluso comprador (que no cunda el pánico porque el iluso comprador suele ser otro banco y se cierra el círculo de ineptitud...por ahora).
Nos preguntamos ¿Qué tonto va a comprar un bono que se sustenta en tamaña estupidez como es vender a quien no puede pagar? Obviamente nadie. El mercado, una vez más, se autorregula y expulsa a todo aquel que trate de pervertir la ley de la oferta y la demanda. Parece que el mercado de los bonos hipotecarios nace herido de muerte. Error. El regulador-enemigo del libre mercado que dirán muchos, interviene.
Resulta que para evitar un colapso del mercado, el equivalente a las cajas de ahorro españolas, que en Estados Unidos se denominan Savings and Loans, requieren de una inyección más monetaria que de moral. El eslabón que faltaba ha sido colocado en el lugar y momento preciso. Las cajas tienen el beneplacito gubernamental en forma de subvención de sus pérdidas con lo que el siguiente paso, obvio por otra parte, es sacar las hipotécas al mercado con precios atractivos a base de generar unas pérdidas posteriormente cubiertas de una forma u otra por el estado. Ya pueden sacar al mercado sus hipotecas a precio competitivo (la diferencia con un precio no competitivo pero ajustado a contabilidad la paga el estado). El sistema echa a andar, bajo mi punto de vista, debido a este hecho relevante pero puntual y que justifica la inversión en ese tipo de bono solo entonces. Pero parece ser un detalle sin importancia y el mercado sigue funcionando hasta nuestros días. Se trata de comprar y vender con beneficio en función de la marcha del mercado, no de las características del producto en cuestión. Cuando la coyuntura es buena se puede comprar incluso basura porque todo sube en bolsa cuando los vientos son favorables.
Un tren infernal parte de la estación con la única justificación de que sus depósitos cuentan con la gasolina suficiente para hacerlo. Sin previsión de viaje, sin otro futuro que el de saber que cuando se acabe el fuel solo será posible una parada en medio de la nada, con unos viajeros sin ninguna opción que perecer sentados en sus asientos de primera. Crónica de una muerte anunciada, que diría el amante de la literatura. Y efectivamente ahora que ha sucedido, todo parecen obviedades que por otro lado no escandalizan a nadie salvo a los neófitos. Mi teoría es que la razón no es otra que el conocimiento por parte del mundo financiero del caracter de cuasi estafa de gran parte de estos artificios economico-monetarios que enriquecen a unos avispados y acaban perjudicando siempre a la gran masa a través de los desembolsos de los gobiernos para impedir que el sistema financiero entre en coma y por ende, dando alas a todo el que planea nuevas fechorías cada vez más abigarradas y sutiles para que lo obvio solo lo sea cuando el mal ya esta hecho.
Nos preguntamos ¿Qué tonto va a comprar un bono que se sustenta en tamaña estupidez como es vender a quien no puede pagar? Obviamente nadie. El mercado, una vez más, se autorregula y expulsa a todo aquel que trate de pervertir la ley de la oferta y la demanda. Parece que el mercado de los bonos hipotecarios nace herido de muerte. Error. El regulador-enemigo del libre mercado que dirán muchos, interviene.
Resulta que para evitar un colapso del mercado, el equivalente a las cajas de ahorro españolas, que en Estados Unidos se denominan Savings and Loans, requieren de una inyección más monetaria que de moral. El eslabón que faltaba ha sido colocado en el lugar y momento preciso. Las cajas tienen el beneplacito gubernamental en forma de subvención de sus pérdidas con lo que el siguiente paso, obvio por otra parte, es sacar las hipotécas al mercado con precios atractivos a base de generar unas pérdidas posteriormente cubiertas de una forma u otra por el estado. Ya pueden sacar al mercado sus hipotecas a precio competitivo (la diferencia con un precio no competitivo pero ajustado a contabilidad la paga el estado). El sistema echa a andar, bajo mi punto de vista, debido a este hecho relevante pero puntual y que justifica la inversión en ese tipo de bono solo entonces. Pero parece ser un detalle sin importancia y el mercado sigue funcionando hasta nuestros días. Se trata de comprar y vender con beneficio en función de la marcha del mercado, no de las características del producto en cuestión. Cuando la coyuntura es buena se puede comprar incluso basura porque todo sube en bolsa cuando los vientos son favorables.
Un tren infernal parte de la estación con la única justificación de que sus depósitos cuentan con la gasolina suficiente para hacerlo. Sin previsión de viaje, sin otro futuro que el de saber que cuando se acabe el fuel solo será posible una parada en medio de la nada, con unos viajeros sin ninguna opción que perecer sentados en sus asientos de primera. Crónica de una muerte anunciada, que diría el amante de la literatura. Y efectivamente ahora que ha sucedido, todo parecen obviedades que por otro lado no escandalizan a nadie salvo a los neófitos. Mi teoría es que la razón no es otra que el conocimiento por parte del mundo financiero del caracter de cuasi estafa de gran parte de estos artificios economico-monetarios que enriquecen a unos avispados y acaban perjudicando siempre a la gran masa a través de los desembolsos de los gobiernos para impedir que el sistema financiero entre en coma y por ende, dando alas a todo el que planea nuevas fechorías cada vez más abigarradas y sutiles para que lo obvio solo lo sea cuando el mal ya esta hecho.
No comments:
Post a Comment